Bueno he decidido publicar un Fan Fic que estoy escribiendo, solo tengo un capítulo y medio, si os gusta seguiré publicando lo más rápido que las musas me dejen.
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- Demian – gritó una muchacha de unos veinte años con el pelo negro recogido en una larga coleta – Vuelve aquí
El joven al que le gritaba no llegaba a los dieciséis años de pelo negro y corto que corría de un lado para otro del mercado de Camelot.
- Aquí Tish – gritó Demian a su hermana
- No vuelvas a irte corriendo así – ordenó Tish
- Pero…
Tish lo obligó a callar mientras compraban, Demian cruzó los brazos y puso mala cara, su hermana al acabar de comprar los pocos alimentos que podían, se los pasó y se marcharon a su casa. Mientras caminaban hacia la casa, Demian caminaba rápidamente mientras Tish observaba las personas de la ciudad. Al llegar a su casa Tish comenzó a guardar en las alacenas los alimentos que habían comprado.
Demian corrió a su habitación, la única habitación que había, cogió su espada de madera y salió de su casa sin despedirse.
- Demian – suspiró Tish al ver salir a su hermano rápidamente.
Demian aunque solo era un niño de quince, era tan alto como su hermana y tenía una fuerza similar al de un hombre de mediana edad. Demian siguió corriendo hacia las afueras de la ciudad donde los esperaban sus amigos.
- Menos mal – gritó Bail, un chico corpulento casi tan alto como Demian.
- Mi hermana me obligó a acompañarla – se excusó Demian.
- Casi te lo pierdes – dijo Paul, el otro chico que era más bajo que Demian y menos musculoso.
- ¿El qué? – preguntó Demian con curiosidad.
- El príncipe está practicando – contestó Bail.
El príncipe Arturo, futuro rey de Camelot, un joven de la edad de Tish, rubio con los ojos azules que estaba atacando indiscriminadamente a su criado.
- Vamos Merlín – dijo Arturo – muévete
- Sí, sire – le contestó Merlín casi sin poder respirar
Bail y Paul observaban maravillados como el príncipe de su reino se movía con gracilidad, velocidad y fuerza. Demian observaba sin ganas y marcaba los pocos errores que cometía el joven príncipe.
- Te quieres callar – gritó Bail.
- Pero lo está haciendo mal, el movimiento del pie izquierdo es incorrecto.
- ¿Tú que sabes? – dijo Arturo que había dejado de entrenar al oír los gritos y se había acercado a ellos.
- Más que vos, señor – contesto Demian con orgullo.
Bail y Paul se quedaron blancos tenían miedo de que el príncipe les mandara a arrestar pero Arturo comenzó a reír a carcajadas dejando asombrados a los niños y a Merlín.
- Y os lo puedo demostrar cuando queráis – dijo Demian.
- ¿Me estáis retando? – preguntó Arturo totalmente incrédulo.
- ¿Le estáis retando? – preguntó Merlín mas incrédulo que Arturo.
- Sí – contestó Demian con la cabeza bien alta
- Bien, si vos queréis, mañana aquí a la misma hora – proclamó Arturo marchándose seguido de Merlín.
Merlín llegó hasta la entrada del castillo sin decir una palabra, pensando como decirle a su señor lo que quería decirle.
- Estás demasiado callado Merlín – dijo Arturo.
- Mi señor – dijo Merlín armándose de valor – os habéis retado con un niño.
- Lo sé.
- ¿Y?
- ¿Cómo qué y? – preguntó Arturo – no dejaré que un súbdito me hable así
- Pero sire…
- No voy a matarle Merlín si es lo que te preocupa – dijo Arturo – solo le daré un pequeño susto.
Demian entró corriendo en su casa, y empezó a rebuscar entre las cosas de su hermana.
- ¡Eh! – dijo Tish – ¿qué haces? Aléjate de mis cosas.
- Necesito la espada de padre.
- ¿Para qué? Ya tienes la que te hice de madera – dijo Tish agarrando la espada de madera que le había hecho a su hermano.
- Necesito una de verdad.
- ¿Para qué?
- He retado a Arturo.
- ¿Qué Arturo? – preguntó Tish que se iba enfureciendo por momentos.
- El príncipe Arturo de Camelot.
- Pero tú eres tonto – gritó Tish golpeando a su hermano en la nuca – es el príncipe, te matará.
- Soy mejor que él – dijo Demian.
- Demian, NO – dijo Tish seria.
Demian se sorprendió ver a su hermana tan seria, nunca la había visto así. Ella siempre sonreía aunque estuviera enfadada. Pero en ese momento, estaba furiosa.
- Tish tengo que hacerlo.
- No
- ¡Quedaré como un cobarde!
- Yo, luchare por ti
- ¿Tú? Que pensaran mis amigos y el príncipe cuando vea que yo no me enfrento a él.
- Ni tus amigos ni el príncipe sabrán que yo he luchado – se acercó a su hermano y le acaricio la cara – no quiero que te pase nada
- Pero…
- Nada de peros – dijo Tish – vete a hacer tus tareas con el herrero.
- Si – dijo Demian de mala cara y se marchó.
Tish tras asegurarse que su hermano se había marchado, sacó todas las cosas de su baúl y se deshizo del doble fondo y sacó su espada. Una espada más corta de lo habitual, la cruz que formaba en el mango estaba rematada con una forma circular y en el centro un unicornio. Tish desenvainó su espada y la observó de cerca se arrancó un pelo de su cabello y lo dejó caer sobre la hoja. Tan afilada como si la hubiera acabado de afilar. Tish la enfundó de nuevo y la dejó sobre la mesa y se giró para volver a mirar las armas del fondo de su baúl, a la cual más peligrosa.
Cerró el doble fondo de su baúl, y entre su ropa buscó un pantalón negro, un chaleco también negro y una camisa blanca exactamente igual a una que tiene Demian, también sacó dos sombreros y dos mascaras para cubrir su rostro. Guardó todas las cosas y se giró a la mesa, parecía que la espada la llamaba, le pedía que la empuñara. Solo lucharía por salvar la vida de su hermano.
A la hora de la cena Demian llegó con un par de monedas de oro que le había pagado el herrero, se las entregó a Tish y se sentó en la mesa preparado para cena. La espada seguía sobre la mesa.
- Hacía años que no veía esa espada – dijo Demian – Esa no es la de padre
- Lo sé – dijo Tish poniéndole un plato delante – es la mía
- Ya – dijo Demian con la boca llena – ¿está afilada?
Demian fue a tocar la espada pero Tish con un movimiento rápido la cogió y la puso a su lado.
- ¿Qué te he dicho de tocar mis cosas?
- ¿Qué no lo haga?
- Exacto. Come rápido y a dormir.
- Sí, señora.
Al acabar de comer Demian se acostó en la cama y se durmió profundamente, Tish se sentó en una silla mirando por la ventana, mientras desenvainaba y envainaba la espada sin llegar a sacarla de la vaina. Miró hacia el gran castillo que se alzaba imponente en Camelot.
Amaneció en Camelot y Tish no había dormido nada, seguía mirando por la ventana cuando el sol despunto en el horizonte. Demian se levantó soñoliento y vio a su hermana sentada mirando por la ventana.
- Tish – dijo Demian – ¿Cuándo te has levantado?
- No he dormido – contestó.
- ¿Y como te vas a enfrentar al príncipe sin dormir?
- Estoy bien.
- ¿Cómo lo vamos a hacer? – preguntó Demian.
- Fácil – dijo Tish – nos vestiremos igual una máscara para ocultar nuestros rostros y un sombrero para el cabello.
Los dos amigos de Demian entraron corriendo, como si el mismo diablo los persiguiera.
- Demian – gritaron los dos a la vez – déjame ser tu escudero.
- No, tú no – gritó Bail.
- Tú menos – le respondió Paul.
- Lo siento chicos mi hermana me ha prohibido pelear – dijo Demian mirando a Tish, ella miró a los dos chicos y ellos no contestaron
- Es una pena – dijo Paul
- Ve con ellos y diviértete, vuelve temprano – le dijo Tish a Demian
Los chicos salieron de la casa y se marcharon entre los callejones de la ciudad. Tish se asomó a la puerta se apoyó en el quicio con los brazos cruzados y vio como Demian se alejaba con Bail y Paul. Los dos chicos iban cabizbajos, esperaban que Demian se enfrentara al príncipe ya que era el mejor de ellos y estaban seguros de que le ganaría al príncipe.
- Tú hermana es una aguafiestas – dijo Bail golpeando una piedra con el pie
- Lo sé, pero no puedo hacer nada – mintió Demian.
Tish desenvaino la espada y comenzó a atacar al aire, recordando los movimientos poco olvidados. Sabía que tenía que atacar con cuidado y no dañar al príncipe y evitar sufrir daño.
Demian llegó exactamente a la hora que Tish le había ordenado. Tish ya estaba vestida Demian se sorprendió al ver a su hermana con pantalón, hacía años que no la veía así.
- Allí – dijo Tish señalando a una ropa exactamente igual a la de ella – póntela. ¿Sabes ponerte una cota de malla?
- Sí – dijo Demian poniendo los ojos en blanco.
Una vez vestidos, cota de malla incluida, salieron por el callejón de atrás y se dirigieron al lugar del reto. Allí ya se encontraba el príncipe y su criado. Tish con la cara y el pelo escondido tras una máscara y un sombrero, sacó su espada y la clavó en el suelo delante del príncipe.
- Merlín, mi espada – dijo Arturo.
Tish se puso en guardia. Arturo comenzó atacando fuerte pero Tish lo rechazó casi sin moverse, el príncipe siguió atacando y Tish defendiendo hasta que comenzó a atacar mientras que Arturo rechazaba los golpes con la espada y el escudo. Hasta que Arturo consiguió utilizar el ritmo del combate en su propio beneficio, haciendo retroceder a Tish hasta que esta cayó al suelo y su sombrero se resbaló de su cabeza dejando ver su negra cabellera suelta. Tish se levantó rápidamente pero Arturo se acercó a ella y se deshizo de la máscara descubriendo su identidad.
- ¡Sois una mujer! – exclamó Merlín.
- ¡Qué listo Merlín! – dijo Arturo con sarcasmo mirando hacia Merlín.
Demian se acercó, se deshizo de la máscara e hizo una reverencia.
- ¿Se pude saber el por qué de este engaño? – preguntó Arturo clavando la espada en el suelo.
- Demian es mi hermano – dijo Tish – le habríais matado, no podía permitirlo.
- ¿Y vos sois?
- Tish
Tish se giró recogió la espada y el sombrero del suelo y se marchó con Demian dejando a Arturo totalmente descolocado. Tish y Demian corrieron hacia la casa.
- Nos descubrió – dijo Demian – tendremos que huir.
- No – dijo Tish totalmente tranquila.
- ¿Cómo que no?
- Tranquilo – dijo Tish – vete a hacer tus tareas, y tranquilo.
Demian se cambió de ropa y se marchó a la armería pero antes de salir se giró a su hermana.
- Tish – su hermana lo miró – lo hiciste perfecto, lástima que te cayeras.
- No me caí, me tiró.
Demian se marchó riendo, Tish volvió a guardar la máscara y su ropa en el baúl pero, la espada la dejó fuera, apoyada en la pared.
- Viste esa muchacha como atacaba – exclamó Arturo mientras se cambiaba de ropa – como defendía, nunca vi a nadie que se moviera así.
- Sí – dijo Merlín – te dio bastante fuerte
- ¿Qué?
- ¿Qué?
- Merlín – dijo Arturo – quiero que encuentres a esa chica, tengo que hablar con ella.
- ¿Qué es eso que oigo, el orgullo de Arturo resquebrajándose?
- Cállate Merlín y encuéntrala
- Sí señor, mañana a primera hora
- No ¡YA¡
- No creo que ya, sea lo más apropiado, se asustaría.
- Vale, tienes razón – dijo Arturo rascándose la barbilla – mañana a primera hora
Merlín hizo una reverencia y salió por la puerta en dirección a su habitación. Gaius observó como Merlín entró en la habitación con una gran sonrisa aun recordando la cara de Arturo cuando descubrió a su contrincante.
- ¿Cuál es el motivo de esa sonrisa, Merlín? – preguntó Gaius intrigado
- Arturo se retó ayer con un niño de unos quince años para darle un susto y el susto se lo llevó él – Merlín se rió a carcajadas
- ¿Y te parece gracioso?
- Si – Merlín paró en seco al ver la cara de Gaius – la hermana del muchacho se enfrentó a Arturo – Gaius abrió los ojos – Ni Arturo ni yo sabíamos que era una chica, llevaba una máscara y un sombrero para cubrirse. Ha estado lo más cerca de ganar a Arturo de lo que he visto en mi vida
- ¿Así?
- Si, mejor que muchos de los caballeros de Camelot
Gaius lo miró escéptico pero Merlín lo ignoró y se metió en su cuarto a limpiar la armadura de Arturo.
Mientras Arturo estaba comiendo en su habitación, solo, recordando el combate, observando en su mente la posición de la joven. Los fallos de novato que había cometido al luchar, la manera en la que le había engañado, varias veces.
Por la mañana antes del amanecer, Arturo se dirigió al aposento de Merlín.
- Buenos días príncipe Arturo – dijo Gaius al verlo entrar.
- Buenos días ¿Está Merlín?
- Durmiendo sire – Arturo se dirigió hacia la habitación de Merlín – Este chico es un holgazán.
- No – dijo Arturo – Es que necesito que hoy haga sus tareas antes. Merlín – gritó entrando a la habitación con un estruendo.
Merlín se levantó sobresaltado, completamente despeinado.
- Vístete – dijo Arturo – Ya sabes que hacer.
- Sí, señor – dijo Merlín sin ganas.
Merlín se vistió rápidamente y salió de la habitación bajo la mirada de Gaius y Arturo. Arturo se despidió de Gaius y salió corriendo de la habitación seguido de Merlín que cogió un trozo de pan de encima de la mesa y se lo comió por el camino. Arturo siguió caminando hasta la entrada del castillo justo cuando el sol estaba saliendo por el horizonte y el ajetreo en las calles de Camelot comenzaba su andadura.
- ¿Sabes lo que tienes que hacer? – preguntó Arturo a un todavía adormilado Merlín.
- Sí… No ¿el qué?
- Merlín ¿quieres centrarte? Ve, busca a la chica y dile que el príncipe solicita su presencia en una audiencia real.
- Vale, vale.
Merlín se caminó por las calles de Camelot, y ya cuando había perdido toda esperanza vio a Demian caminar por las calles con varios paquetes en las manos. Corrió hasta él.
- ¿Te ayudo? – preguntó Merlín
- Gracias – dijo Demian – Oh no, lo sabia el príncipe me quiere encarcelado por eso te ha mandado
- No, solo quiero ayudarte.
Merlín cogió algunos paquetes y acompañó a Demian a su casa, Tish le abrió la puerta y Demian y Merlín dejaron los paquetes en la mesa, entonces fue cuando Tish se fijó en Merlín.
- Hola – dijo Tish con normalidad – Demian ¿puedes traer de atrás una cesta para poner la fruta?
- Si – dijo sin ganas Demian.
Tish espero que Demian saliera por la puerta y se giró a Merlín con cara de perro.
- ¿Qué quieres?
- Solo deciros que el príncipe solicita hablar con vos en una audiencia real.
- No – dijo Tish
- Pero…
- No voy a ir a no ser que se me garantice que mi hermano no será culpado de nada y no tendrá que ir.
- No sé lo que quiere el príncipe.
- Pues decidle que no iré a no ser que se me garantice eso.
- ¿Y no podéis ir ya?
- No – dijo Tish tajante.
- Está bien, volveré a informaros de lo que dice el príncipe.
Merlín marchó hasta el castillo y entró al salón del trono donde estaba sentado Arturo.
- Hacedla pasar.
- No ha venido – dijo Merlín mordiéndose el labio inferior.
- ¿Cómo?
- Se niega a venir a no ser que tenga la garantía de que a su hermano no le va a pasar nada.
- ¿Y por qué? – se preguntó a si mismo Arturo tocándose la sien.
- Porque piensa que su hermano está en peligro.
- Lo sé –dijo Arturo – Ve y prométele que a su hermano no le pasara nada.
- Sí señor.
- Merlín – dijo Arturo antes de que Merlín saliera por la puerta – llévate un caballo no la vayas a hacer venir caminando.
Merlín se encaminó hacia las cuadras, allí cogió uno de los caballos de Arturo y se dirigió a la casa de Tish y Demian. Merlín toco a la puerta, y Tish le abrió con mala cara.
- El príncipe lo ha prometido, ahora, por favor podéis venir – rogó Merlín.
- Demian voy a salir – dijo Tish cogiendo su capa.
- Es por lo que hice ¿verdad? – preguntó Demian a Merlín.
Merlín dudó pero le contestó.
- No – dijo – bueno la verdad no lo sé, solo sé que el príncipe quiere hablar con tu hermana.
- Yo iré que me meta a mí en la mazmorra
- Demian – dijo Tish – Si el príncipe quisiera meterme en las mazmorras crees que habría enviado a este flacucho – Tish miró a Merlín – No te ofendas.
- No me ofendo – dijo Merlín riendo.
- ¡Quédate aquí y no te preocupes! – ordenó Tish y salió por la puerta.
Merlín le ofreció la mano a Tish para que se subiera al caballo pero ella rehusó y camino hacia el castillo.
- Arturo me dijo que os llevara en caballo – dijo Merlín.
- Merlín, era así tu nombre ¿verdad? – Merlín asintió – No me subiré en el caballo y quiero terminar cuanto antes, así que, por favor, acelera el paso – ordenó Tish.
- ¡Qué mandona! – exclamó Merlín.
- Únete al club de mi hermano.
Merlín dejó el caballo a uno de los chicos de la cuadra, Merlín le hizo una señal a Tish y esta lo siguió atreves de los pasillos del castillo hasta llegar al salón del trono. Merlín entró y realizó una reverencia, Tish lo imitó.
Arturo hizo una señal a los guardias que tenía a su espalda y estos salieron de la sala, cerrando la puerta al salir. Arturo se levantó del trono y se acercó a Tish, se rascó la barbilla y la rodeo mientras la miraba y murmuraba.
- ¿Qué? – preguntó Tish después de un rato.
- Eres un poco arrogante – dijo Arturo – cualquiera se hubiera arrodillado.
- ¿Ser arrogante también es privilegio sólo de los nobles? – preguntó Tish cuando Arturo paró delante de ella.
- ¿Sabes que te puedo encerrar por contestarme así?
- Mientras que mi hermano no tenga la culpa, me da igual.
Arturo se giró y se sentó de nuevo en el trono.
- ¿Cómo sabes manejar la espada de esa manera?
- ¿De qué manera?
- De la que lo haces.
- Talento natural – dijo Tish encogiéndose de hombros
- Eso no era talento natural – dijo Arturo – tienes técnica y esa espada era tuya, no de tu padre o tu hermano, y además te puedo decir una cosa más, ya la habías utilizado.
- No – dijo Tish
- ¿No qué? – preguntó Arturo – ¿vais a negarme que la habíais utilizado antes?
- Nunca la había utilizado contra un príncipe.
Arturo se rió.
- ¿Puedo preguntar cuál es mi castigo?
- ¿Vuestro castigo? – preguntó
- Si, por hacerme pasar por mi hermano y luchar contra vos.
- Primero quiero saber ¿porque luchasteis contra mí en lugar de vuestro hermano?
- Lo podríais haber matado, no podía permitirlo.
- ¿Y no temisteis por vos?
- No – dijo Tish con orgullo – me enorgullezco de ser bastante buena.
- Vuestro castigo…. no tenéis.
Tish se sorprendió al oír eso, tragó saliva y se dirigió de nuevo al príncipe.
- ¿Eso significa que puedo marcharme ya?
- No – dijo Arturo – Quiero saber quien os enseñó a utilizar la espada.
- Mi padre
- ¿Por qué?
- Porque quiso que supiera defenderme cuando mi madre murió. ¿Me puedo ir ya?
- Si.
Tish se dio la vuelta para marcharse, pero la voz de Arturo la detuvo.
- Os acompañaré para asegurarme de que llegáis a salvo.
- No hace falta, señor – dijo Tish.
- Voy a ir, soy el príncipe e iré con vos – dijo Arturo – además quiero hablar con vuestro hermano.
Tish se giró y puso mala cara. Merlín acompañó a Tish y Arturo hasta la salida del castillo, allí preparó dos monturas para ellos. Arturo se subió a la suya pero Tish agarró las riendas y caminó.
- Pensé que habíais prometido que mi hermano no tendría nada que ver en esto – dijo Tish – si mentís así seréis un mal rey.
- Prometí que vuestro hermano no sería culpado de nada y no tendría que ir al castillo, no que yo no iría a verle.
- Sois hábil de palabra – dijo Tish.
- Es lo que se necesita para ser príncipe.
Tish pensó en contestarle, pero no lo hizo. Prefirió mantenerse en silencio y asentir. No quería meterse en líos, en más líos. Tish abrió la puerta de la casa y dejo entrar al príncipe, cuando Tish se giró a cerrar la puerta, Arturo sacó la espada con rapidez. Tish miró donde Arturo apuntaba con la punta de la espada.
Un hombre de pelo largo y descuidado sujetaba a Demian por el cuello mientras lo amenazaba con un cuchillo en la garganta.
- Suéltale – ordenó Arturo.
- No, príncipe – dijo el hombre.
- ¿Quién sois? – preguntó Tish intentando que alejara el cuchillo de la garganta de Demian.
- Mi nombre es Gallagash.
- ¡Dejad al muchacho! – volvió a ordenar Arturo.
- Ni se os ocurra – dijo Gallagash a Tish que se había movido imperceptiblemente hacia su espada que aun se encontraba apoyada en la pared.
- Dejadle – rogó Tish – tomadme a mí en su lugar.
- Tentador, pero no – dijo Gallagash – Si queréis volver a ver a vuestro hermano, venid donde se abre la puerta a otro mundo.
Gallagash y Demian desaparecieron tras una nube de humo. Tish corrió hacia su baúl, sacó unos pantalones y se los puso, Arturo la miraba extrañado. Tish se deshizo del doble fondo y se armo con varias dagas que metió en sus botas y cruzó la estancia para coger su espada, pero Arturo se interpuso.
- ¿Qué hacéis? – preguntó.
- Voy a salvar a mi hermano – dijo Tish.
- Dejad que os ayude.
- No.
- Ese era un mago – dijo Arturo – la magia está prohibida en Camelot, es mi trabajo detenerle.
Tish le iba a contestar pero la multitud de las calles les hizo callar. El Rey Uther había vuelto después de un mes en la otra punta del reino.
- Hablaremos con el Rey – dijo Arturo – Vamos al castillo.
- Será perder el tiempo – dijo Tish – no voy a dejar a mi hermano morir.
- Yo tampoco – dijo Arturo mientras arrastraba a Tish hacia los caballos.
Arturo y Tish cabalgaron hasta el castillo, donde los caballeros de Camelot esperaban para recibir al Rey Uther y a su comitiva. Arturo desmontó y ordenó que se prepararan. El Rey llegó y desmontó del caballo y se acercó a su hijo.
- Arturo.
- Padre – dijo Arturo arrodillándose, Tish lo imitó – Esta es Tish, su hermano acaba de ser secuestrado por un brujo. Con vuestro permiso me dispongo a darle caza.
- Permiso concedido – dijo el rey – tomad los caballeros necesarios, y matadlo.
- Si, sire.
Arturo tomó a los caballeros que se habían preparado y a Merlín, y se marchó con Tish hacia el bosque.
Morgana y Gwen se quedaron mirando a la extraña joven que iba con Arturo y Merlín.
- ¿Quién será esa chica? – preguntó Gwen
- No lo sé – contestó Morgana viendo como se alejaban.
Tish, Arturo, Merlín y un escuadrón de caballeros cabalgaron hacia el bosque buscando alguna cabaña en la que se pudiera esconder el mago.
- ¿Qué dijo el mago? – preguntó Merlín
- Que teníamos que ir a donde se abre la puerta a otro mundo – le contestó Arturo sin mirarlo.
- Al lago – dijo Tish – ¡Cómo no me di cuenta antes! En la antigua religión, el lago es la puerta a Ávalon.
- ¿Cómo sabes tú eso? – preguntaron al unísono Merlín y Arturo.
- Me gusta leer – contestó Tish encogiendo los hombros.
Arturo ordenó marchar al lago. Tish cabalgaba la primera seguida de Arturo, deseaba encontrar a su hermano y matar con sus propias manos a Gallagash.
Antes de llegar al lago, Arturo ordenó hacer varios grupos para encontrar antes al muchacho. Tras una larga en infructuosa búsqueda, se volvieron a reunir a las orillas del lago.
- Nada – dijo uno de los caballeros.
- Nada – informó otro.
- Tal vez me equivoque – dijo Tish.
- No, no te equivocaste – dijo Gallagash apareciendo de entre los árboles.
Todos menos Merlín desenvainaron las espadas, Merlín se mantuvo en su lugar observando.
- Os rodeáis de buena compañía, mi Lady – le dijo Gallagash a Tish mirando a los caballero.
- ¿Dónde está mi hermano?
- Primero soltad las armas – ordenó Gallagash.
- Atacad – ordenó Arturo.
Tish permaneció quieta junto a Merlín, y vio como Gallagash murmuraba algo y las espadas de todos se volvían incandescentes como encendidas en el fuego de un herrero, todas menos la de Tish. Arturo y sus caballeros soltaron las espadas y Tish avanzó hacia Gallagash que al verla acercarse volvió a murmurar algo pero Tish avanzaba con paso sereno.
- No puede ser – dijo Gallagash.
- Esta espada no la puedes encantar, mago – dijo Tish – ¿dónde está mi hermano? – dijo haciendo una pausa en cada palabra.
Gallagash desenvainó su espada y atacó a Tish, que sorprendida por la rapidez del mago, casi pierde la espada. Arturo y los demás volvieron a empuñar sus espadas y atacaron al mago que los esquivaba sin dificultad.
Tish atacó a Gallagash y este con un rápido movimiento la desarmó y la agarró del cuello amenazándola con su espada.
- Alejaos – ordenó Arturo.
- Mátame pero deja a mi hermano – dijo Tish.
- Tu hermano esta allí – dijo Gallagash
Demian se encontraba flotando sobre el lago. Tish intentó soltarse, pero Gallagash la agarraba con fuerza. Y fue cuando Demian cayó al agua. Todo pasó demasiado rápido.
Arturo se deshizo de su armadura y su cota de malla, se tiró al agua en un intento de rescatar a Demian. Mientras Tish intentaba soltarse de Gallagash y los caballeros intentaron atacar a Gallagash. Cuando Arturo tenía a Demian, Gallagash desapareció y Tish sin perder un minuto se tiró al agua a ayudar a Demian.
Arturo sacó del agua a Demian y lo tumbó en la orilla, Tish comprobó su estado, no respiraba. Intentó reanimarlo pero ya no respiraba. Tish lloró la muerte de su hermano. Se sentía culpable no podía echarle la culpa a otra persona. Pero aun más culpable que Tish se sentía Arturo.
-
Si hubiera nadado más rápido – se torturaba Arturo.
El grupo caminó se dirigió hacia Camelot, Tish no había querido acompañarlos se había quedado en el bosque donde le iba a hacer un entierro digno a su hermano. Arturo había insistido en quedarse pero Tish no había querido ya que era un momento íntimo que quería pasar sola.
Al enterrar a su hermano bajo un árbol centenario cercano al lago, se marchó a Camelot, recogió sus pertenencias y cuando se dispuso a marcharse tocaron a la puerta.
- Hola – dijo Merlín.
- Hola – dijo Tish – pasa.
- No gracias, vengo a daros una noticia del príncipe – Tish asintió – dice que podéis ir al castillo siempre que queráis y que si necesitáis trabajo tenéis un puesto en la corte.
Sin hablar Tish se dirigió a la mesa, cogió un papel y una pluma y escribió unas líneas. Dobló la carta cuidadosamente y se la dio a Merlín.
- Dádsela al príncipe – dijo Tish – y dadle las gracias de mi parte.
Tish salió de la casa en cuanto Merlín se hubo marchado, cerró con llave y se marchó en la oscuridad de la noche de Camelot.
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Espero que os guste